“Una maratón ahora? Sin estar
preparado aún? Estás loco…” Son las
palabras que más escuché cuando comentaba que me había apuntado… pero una
maratón en Madrid, sin ser la “MAPOMA” y terminando al lado de casa, pues
llamaba la atención.
Yo ya sabía que no estaba
preparado para esta distancia aún, así que la idea era ir sin ninguna presión,
tranquilito y a hacer una tirada larga, larga, larga.
El día de la prueba: madrugón a
las 6am (qué tendremos los runners que madrugamos más un domingo que para ir a
currar y con muchas más ganas), vestirse y recoger todo lo que había preparado
el día anterior, caminito en coche hasta Arganda y desde ahí en un bus que
ponía la organización hacia la salida, en Carabaña del Tajuña.
El día pintaba “interesante” (por
no decir horrible) por el frío y el viento, pero ya estábamos allí, esperando
en la línea de salida y los 120 corredores aprox que nos habíamos juntado muy
animados y muy muy buen ambiente, así que no valía arrepentirse ya.
Pero bueno, vamos a lo
interesante: la carrera. Salimos a las 9:00 puntuales, ya que a la misma hora
era la salida del maratón, de los 30km (desde Perales) y de la media maratón
(desde Morata). Intento coger un ritmo en el que me encuentre cómodo sin mirar
el reloj y después de unos kms veo que el ritmo “seleccionado” está entre 5:35
y 5:45: ”no está mal - pienso - vas
cómodo y a este ritmo saldría un tiempo muuuy bueno para ti”
Voy pasando a algún grupito y
durante varios kms nos juntamos 3 corredores, al mismo ritmo, cambiando de posición
para ir tirando cada uno un rato. Hasta ahí todo perfecto. Paso el km 20 en
1:54h-1:55h. Genial!! Aunque sé que queda la parte dura de la subida a la
cementera.
Pues justo antes de alcanzar esa
subida de 10km interminables, nos encontramos un par de repechos que noto que
me hacen daño y la carrera se termina para mí (la buena carrera, porque no
abandono ni de coña…). Dejo ir a los otros 2 chicos, bajo el ritmo y una vez en
la subida a la cementera y con el viento en contra me paro para darme un largo
paseo.
A partir de ahí a sufrir: ves que
la cuesta no termina, que el viento no cesa, y que cuando por fin empieza la
bajada, son las piernas las que te dicen que se ponen de huelga, que ya está
bien, que no las habías avisado y que se sienten explotadas. Calambres, gemelos
que se montan, cuadriceps cargadísimos, etc. Pero ya estamos ahí y hay que
terminar.
Por no enrollarme más y contar km
a km lo vivido, diremos que llegué como pude a meta y bajando en 25’ el tiempo
del anterior MAPOMA =P
El no estar preparado lo estoy
pagando ahora, con 2 semanas sin poder correr entre sobrecargas y tendinitis de
rodilla. Pero espero volver cuanto antes y con más ganas que nunca para
prepararme lo mejor posible.
Mención especial a la
organización, avituallamientos y demás, que estuvo genial todo el recorrido.
Y muchísimas gracias a toda la
gente que me animó y me dio fuerzas, y que me sigue animando en estos momentos
de parón.
Besos y abrazos!
Rayito ;)
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