Este año cambié la forma de preparar el maratón. Incrementé el volumen y bajé la intensidad, también incorporé sesiones de fuerza tres veces por semana y añadí ingesta de geles el día de la carrera, para algunos demasiados, para mí los suficientes.
En estos meses previos, no encontraba sensaciones, las tiradas se volvían interminables y las pulsaciones se disparaban sin causa aparente. Pasé esa gripe sabinera "la que no muere, ni nos mata", supongo que también Covid, las Navidades tampoco ayudaron. El caso es que me presenté en la línea de salida de Sevilla con mas dudas que certezas, sin un plan definido y los bolsillos llenos de geles.
El inicio de la carrera fue fácil, Ana delante mío iba abriéndome camino, marcándome el ritmo y proporcionándome agua en los avituallamientos. Poco a poco la tranquilidad me iba rodeando, todo fluía. En el km 10 me quedé solo con mi inercia aprendida y cosas del destino coincidí con dos chicos de Murcia que llevaban mi mismo ritmo. Empezamos a hablar y contar historias y cuando me quise dar cuenta estaba en el km 22 donde me encontré con David. Fuimos juntos unos cuantos kilómetros pero noté que tanto él como yo no íbamos cómodos en el ritmo conjunto y en un avituallamiento, nos separamos, le dejé bebiendo agua mientras yo alejaba.
JAVI
UNAI
Tengo que reconocer que el punto de inflexión para embarcarme en esta aventura que supone hacer una MARATÓN fue el día que vi la foto y el video de Sharay y Sofía entrando en meta en Valencia. Esa foto me transmitió muchas sensaciones de ésas que te ponen los pelos de punta, reflejaba esfuerzo, complicidad, compañerismo, mucho trabajo y un gran reto personal. Me atravesó y cuando pude hablar con ellas me dije:” Esto lo quiero vivir yo, no me lo quiero perder, por lo menos, tengo que correr una maratón en mi vida”.
Tras un intento fallido por correr en Valencia… llegó Sevilla, con la mochila cargada de madrugones, imprevistos de salud y entrenos (Tengo que abrir un paréntesis para dar las gracias a Mohe, Vanesa, Paula y David, que han estado organizando toda la intendencia de las tiradas de los domingos, poniéndomelo muy fácil para poder adaptarme siempre al grupo). Pero lo que más tenía en la mochila era ilusión y ganas aunque también como todo en la vida “el temido muro” y “un poquito de miedo a lo desconocido”. Con este cóctel nos plantamos en el día de la carrera y dentro del cajón de salida (Tengo que abrir otro paréntesis para dar las gracias a Rafa y a David porque les di una turra fruto de los nervios que no veas, “un drama máximo” que terminó en el mismo momento que empezamos a correr, mis sensaciones eran muy buenas y en mi cabeza llevaba el mantra de yo puedo, yo puedo, yo puedo.
Los cascos me cantaban los km e iba de menos a mas , pero mucho mas rápido de lo que me había planteado, incomprensiblemente cuando más km hacia mejor me encontraba y entre tomar los geles y las sales estaba entretenida, si a eso le sumamos la animación por las calles de Sevilla y sobre todo, la de los nuestros “la gente del club ” todo era perfecto perooo ya sobre el km 25 llegaron “2 input” a mi cabeza, uno negativo y otro positivo que decían: “ Nani te vas a dar un ostión contra el muro que pa que las prisas” y el otro “Nani te va a salir un carreron de puta madre”, opté por el pensamiento positivo y focalicé mis energías en pensar que mi marido me estaba esperando en el km 30 para hacer los últimos 12 km conmigo, mi marido es mi vida y eso me dio alas para superar el muro.
Ya por el km 37 empezó el sufrimiento real, el de verdad, el gemelo izquierdo me reventada, unido al leñazo que me di en el km 6, las fuerzas notaba yo que iban justitas pero mi cabeza me volvió a sorprender con un último input positivo y me dije “Nani te queda poco mas que una vuelta a los Almendros, un entreno” así que tiré como pude, descontando km a km , me acordé hasta del toro que mató a Manolete, me tuve que parar varias veces, ya me quedaban solo 3 km, notaba que me faltaba agua, yo le decía a mi marido que me diese agua y el pobre que no tenía me repetía una y otra vez, venga que solo te quedan 2 km., ya me costaba levantar los pies del suelo y en mi cabeza iba repasando las fotos que llevaba impresas en mi riñonera, de mis hijos, de mi marido, mi familia, amigos, de los innumerables mensajes de cariño recibidos en día anterior, que en ese momento son un tesoro.
Para terminar diré que preparar una maratón es un proceso duro, con altos y bajos, no os voy a engañar, pero merece la pena vivirlo, cuando crucé la meta, la sensación de felicidad, de libertad, de poder conseguir un sueño, independientemente de la marca que has hecho, todo eso pasa a un segundo plano y os lo dice una persona que es mas picota que picota, me no me gusta perder ni a las chapas pero en el momento de cruzar la meta solo existe el sentimiento de alegría por haberlo conseguido. Espero que alguien recoja “este testigo virtual” que a mi me pasaron Sharay y Sofia sin saberlo y podáis vivir la misma sensación que yo tuve. Por último dar las gracias a los entrenadores Nacho y Jaime, especialmente a éste ultimo por los sabios consejos y !! Un olé enorme por el Running Rivas!!.
