viernes, 18 de noviembre de 2022

Behobia San Sebastián

 

Fin de semana de la Behobia, por que esta Carrera, marca el calendario Running con rojo, como un festivo, con nombre de gran santo."San Emotivo".
Allí estuvieron los compañeros para sentir y vibrar con Donostia, con sus gentes, con su Carrera.
Os dejamos la crónica de dos debutantes de la Carrera.

VANESA


Que algún día correría la Behobia lo tenía claro desde hace algunos años. Sabía que uno tenía

que estar un poco loco para hacerlo por la dureza del recorrido, pero había oído tantas

maravillas sobre ella que la tenía en mi lista de “pendientes” en la vida.

Y me terminé de decidir el año pasado cuando, recién incorporada al club, veía las fotos de los

compañeros que la corrieron en 2021 en el chat del equipo y todo era felicidad. Aún recuerdo

la fiesta que os pegásteis algunos, vuestras caras de alegría al terminar la carrera y la envidia

sana que me dísteis sentada en el sofá de mi casa. Creo que ese fin de semana entendí un

poco la grandiosidad de la Behobia, pero sobre todo del club. Qué cantidad de mensajes de

ánimo y de enhorabuena, qué sentimiento más grande de orgullo de pertenencia; incluso para

mi que acababa de llegar.

Tanto, tanto hablé de esta carrera, que este 2022 ese fue uno de los regalos de cumpleaños

que me hicieron: fin de semana en San Sebastián para correr la Behobia. Menudo regalazo!

No podía correrla sola, era una experiencia única, así que tenía que ir en compañía de mi

sombra en Running Rivas (Eva, Love you!!). Y ahí estábamos las dos el primer día que abrieron

las inscripciones allá por el mes de abril, no fuera que nos quedásemos sin dorsal y no

pudiéramos colgarnos esa medalla (nunca mejor dicho).

Desde entonces, cada vez que enfilaba una cuesta en Rivas en las tiradas de los domingos

pensaba: “va, no evites la cuesta, hay que hacerla porque tienes que ir entrenando para la

Behobia”. Cada vez que el día estaba feo y amenazaba lluvia me decía “sal, que en Behobia

lloverá seguro y tienes que ir preparándote para correr así”. Cuando en vacaciones me podía la

pereza, mi cabeza repetía “no puedes parar ahora, que si no para Behobia no vas a estar lista”.

Y así durante nueve meses, ¿cómo no iba a estar deseando que llegara ese fin de semana?

Y llegó, y para allá que nos fuimos, con muchas ganas y un poquito de miedo. Muchas ganas de

correr, de poder hablar en primera persona de esta carrera, de compartirlo con los

compañeros de club; pero también de disfrutar con ellos un poco de tiempo fuera de las

pistas. Esa parte para mi ha sido muy importante, soy una sentimental y le doy mucho valor a

las personas. Y qué pedazo de personas sois, ¿no?

No me he podido sentir más arropada por todos vosotros. Eva y Fran a los que me he pegado

como una lapa y con los que he compartido mañana-tarde y noche…qué ganas teníamos de

hacer escapada de running juntos!!, Bea y su alegría al encontrarnos por casualidad en un bar

en Burgos (tuvimos que comernos unos torreznos para celebrarlo, claro, jaja!), el grupito Fer-

Cristina-Agus-Felipe-Manolo-Eva que nos recibieron con unos ricos pintxos y unos buenos

abrazos, nos han enseñado los mejores bares de SS y con los que me he reído mucho, Antonio

que nos buscó rápidamente hueco para comer con sus amigos y nos hicieron sentir como si

nos conociéramos de toda la vida, Víctor y Lorea que se unieron el día de la carrera para

darnos la calma que necesitábamos los debutantes o Estrella que me contagió su felicidad en

la salida del cajón 16. Quiero mencionar también a los que, desde Madrid, dedicásteis un

momento a enviarme un mensaje de ánimo la noche previa o a darme la enhorabuena

después, no sabéis la ilusión que me hizo leeros. Gracias a todos, sois maravillosos.

¿Y qué deciros de la carrera? Creo que hasta que no estás ahí, dándole a la zapatilla, no

entiendes la grandiosidad de la Behobia en todos los sentidos. Puedes haber hecho cuestas

antes, pero pocas como esas; puedes haberte imaginado cómo será la animación, pero no

llegas a hacerlo ni a la mitad de lo que es en realidad; puedes haber hecho antes otras medias

maratones, pero es que la Behobia es otro nivel. Qué barbaridad de repechitos, falsos llanos y


cuestas de las que nadie te habla antes y que te dejan KO; pero qué cantidad también tan

enorme de gente animando en los balcones, en los coches, en la calle… de familias enteras, de

gente mayor que apenas se tiene en pie pero está ahí aplaudiéndote, de gente en sillas de

ruedas, de niños que te chocan la mano… Cuántos “ánimo”, “aúpa”, “oso ondo”, “ya lo tienes

hecho”, “sois unos campeones”, “no te queda nada”, “vamos, que esta es la última cuesta”, “tú

puedes”, “ya llegas”, “último empujón”, “¡bravo, valientes!” escuché en todo el camino. Iba

muy concentrada para no perder el ritmo, pero cuando levantaba la cabeza y escuchaba esas

palabras o miraba a los ojos a la gente que estaba animando se me saltaban las lágrimas y

pensaba que en ninguna otra carrera me habían hecho sentir antes así de grande, así de capaz

de lograrlo.

Así que corrí y corrí todo lo que pude con el calor tan tremendo que hacía y con las piernas

ardiendo todo el rato, hasta que en el final del Alto de la Cruz vi una camiseta roja al fondo y

dije: Dios, es uno de los míos, ¡a por él que voy! Es como si hubiera encontrado un oasis en

medio del desierto, esa sensación de salvación y apoyo cuando te quedan ya poquitas fuerzas.

Y ahí, codo a codo con Manolo, enfilé los últimos 2 kms con la mirada puesta en el último arco,

que parecía estar a años luz. Entramos en meta juntos, felices y hechos polvo a partes iguales,

pero creo que con la sensación de habernos salvado mutuamente. Grande Manolo!

La verdad es que cuando terminé de correr y durante todo el domingo pensé que había sufrido

demasiado y que no quería repetir esta carrera. Pero cuando una llega a casa y repasa los

recuerdos y sensaciones que tiene, relee los mensajes que le han enviado al móvil sus

compañeros de club y su familia/amigos antes y después de la carrera, analiza las fotos que ha

hecho y ve las cosas con perspectiva, se da cuenta de que ha logrado algo muy grande y que la

Behobia no es una carrera para hacer solo una vez en la vida.

Así que sí, habrá que repetir :)

Vanesa.


ESTRELLA


“La Behobia es una clásica que al menos una vez debes correr, una carrera para disfrutar”. Eso
es lo que me decían cuando empecé con esto del running. Escuchas tantas cosas: que si es
dura por las cuestas, que si hace frío, que si el granizo, que si la lluvia. Vamos, que se te quitan
las ganas de sacarte el dorsal.
Pero, lo que realmente me animó a correrla, es que a la gente que cuenta su experiencia se le
iluminan los ojos. Algo tendrá esta carrera que aún renegando de ella, muchos repiten varias
veces.
Este año debutábamos 4 chicas del club: Beatriz, Eva, Vanesa y yo, en esta distancia tan rara de
los 20 kms, las cuatro con la misma incertidumbre, ¿seríamos capaces de terminarla?
Jaime y Nacho no lo dudaron en ningún momento, y día tras día nos animaban en cada vuelta
que dábamos a la pista. También lo hacían los días que no podíamos terminar los entrenos.
Yo, con unas cuantas carreras en las piernas, me lo preguntaba en todas las tiradas largas.
Muchas de ellas en solitario y otras con Fabi y Bego, que sin tener que hacerlas me
acompañaban domingo tras domingo. ¡Gracias chicas!

Las últimas tiradas tuve la suerte de correrlas con Bea, mi compañera de fatiga. ¡Gracias Bea!
Sabes lo importante que han sido estas últimas semanas después de varias lesiones que me
dejaron en el dique seco.
La semana previa a la carrera consultaba a diario el pronóstico del tiempo: no íbamos a tener
lluvia, al contrario, mucho, mucho sol. Y la meteorología no falló, sol y calor. El día antes de la
carrera la organización nos envió un mail avisando de los riesgos sufrir un golpe de calor. Había
que hidratarse bien, cosa que en San Sebastián no es difícil con todos los bares que hay y no
doy más detalles ...
El día de la carrera comenzó algo estresante por la cantidad de gente que viajaba en el tren.
Íbamos muy justas de tiempo y nos tocó correr hacia el cajón de salida, apenas quedaba
tiempo para hacernos unas fotos con nuestros compañeros Eva, Fran y Vanesa y desearnos
suerte (me hizo mucha ilusión el compartir al menos unos metros con vosotros).

Había memorizado todas las cuestas y en mi mente las repasaba una y otra vez. De repente
dieron la salida y comenzamos a correr, la gente nos animaba desde todos los ángulos,
¡impresionante! La música se fundía con los aplausos del público, notaba como me subían las
pulsaciones.
Teníamos claro que queríamos disfrutar del recorrido y cuando llegamos a la primera cuesta,
sin darnos cuenta, ya la habíamos superado. Bea se encargaba de hacer fotos y mandar vídeos
en directo a nuestras compañeras que nos estaban siguiendo desde Madrid. ¡Gracias chicas
por vuestro apoyo!
Así iban pasando los kilómetros y llegamos al famoso punto del ”Pirata”. Vaya personaje, la
Behobia no sería lo mismo sin él. Los puntos kilométricos se reflejaban en nuestras retinas y no
faltaba ese choque de mano. A partir del km 15 ya se notaba el cansancio en las piernas y en
las cuestas teníamos que bajar de ritmo. Cada vez que escuchaba “vamos esas chicas de Rivas”
notaba un impulso de energía. No he visto un público tan entregado como este. Al pasar por
Rentería entendí que la Behobia es una carrera muy especial.



Qué largo se hizo el último kilómetro, solo veía arcos, el crono final no llegaba nunca. Cuando
por fin pisé la alfombra y paré mi crono busqué a mi compañera de hazaña para fundirme en
un abrazo. Un momento muy emotivo para mí fue cuando un niño me colgó la medalla en el
cuello y me dio una palmada en el hombro diciendo: “lo conseguiste”.
Mención especial a los Machines de Barcelona que viajaron hasta aquí para compartir esta
experiencia con nosotros y a Alfredo que aún lesionado nos acompañó durante varios
kilómetros.

Bea, cómo disfrutamos y sufrimos al mismo tiempo, habrá que buscar el próximo reto. Ahora
se me iluminan los ojos cuando hablo de esta carrera, ahora entiendo por qué la gente repite.
Hasta pronto.






domingo, 6 de noviembre de 2022

5 y 10 km de Rivas


 Coincidiendo con el maratón de New York, hoy en Rivas celebrábamos los 5 y 10 km de nuestra ciudad. En una mañana espectacular para correr, casi 50 compañeros tomábamos las calles de Rivas para disfrutar de nuestro deporte. 

El recorrido, como todos los recorridos, no es del gusto de todos, con una cuesta en el km3 y los dos últimos en subida suave constante, no hacen de la carrera una de las más rápidas. A favor el resto del recorrido que es bastante llanos y un par de bajadas muy largas. También la llegada al estadio de atletismo, que aunque le tenemos muy visto, pocas carreras terminan con el glamour de esta.  Lo importante es que corremos en casa y que solo tenemos que acercarnos andando  a la salida y competir.

Como broche de oro, nuestra compañera Estrella se hacía con el tercer puesto de su categoría. No se puede pedir mas. Otra mañana estupenda practicando nuestro deporte favorito y compartiéndolo con los compañeros.

Todas la fotos aquí