Fin de semana de la Behobia, por que esta Carrera, marca el calendario Running con rojo, como un festivo, con nombre de gran santo."San Emotivo".
Allí estuvieron los compañeros para sentir y vibrar con Donostia, con sus gentes, con su Carrera.
Os dejamos la crónica de dos debutantes de la Carrera.
VANESA
Que algún día correría la Behobia lo tenía claro desde hace algunos años. Sabía que uno tenía
que estar un poco loco para hacerlo por la dureza del recorrido, pero había oído tantas
maravillas sobre ella que la tenía en mi lista de “pendientes” en la vida.
Y me terminé de decidir el año pasado cuando, recién incorporada al club, veía las fotos de los
compañeros que la corrieron en 2021 en el chat del equipo y todo era felicidad. Aún recuerdo
la fiesta que os pegásteis algunos, vuestras caras de alegría al terminar la carrera y la envidia
sana que me dísteis sentada en el sofá de mi casa. Creo que ese fin de semana entendí un
poco la grandiosidad de la Behobia, pero sobre todo del club. Qué cantidad de mensajes de
ánimo y de enhorabuena, qué sentimiento más grande de orgullo de pertenencia; incluso para
mi que acababa de llegar.
Tanto, tanto hablé de esta carrera, que este 2022 ese fue uno de los regalos de cumpleaños
que me hicieron: fin de semana en San Sebastián para correr la Behobia. Menudo regalazo!
No podía correrla sola, era una experiencia única, así que tenía que ir en compañía de mi
sombra en Running Rivas (Eva, Love you!!). Y ahí estábamos las dos el primer día que abrieron
las inscripciones allá por el mes de abril, no fuera que nos quedásemos sin dorsal y no
pudiéramos colgarnos esa medalla (nunca mejor dicho).
Desde entonces, cada vez que enfilaba una cuesta en Rivas en las tiradas de los domingos
pensaba: “va, no evites la cuesta, hay que hacerla porque tienes que ir entrenando para la
Behobia”. Cada vez que el día estaba feo y amenazaba lluvia me decía “sal, que en Behobia
lloverá seguro y tienes que ir preparándote para correr así”. Cuando en vacaciones me podía la
pereza, mi cabeza repetía “no puedes parar ahora, que si no para Behobia no vas a estar lista”.
Y así durante nueve meses, ¿cómo no iba a estar deseando que llegara ese fin de semana?
Y llegó, y para allá que nos fuimos, con muchas ganas y un poquito de miedo. Muchas ganas de
correr, de poder hablar en primera persona de esta carrera, de compartirlo con los
compañeros de club; pero también de disfrutar con ellos un poco de tiempo fuera de las
pistas. Esa parte para mi ha sido muy importante, soy una sentimental y le doy mucho valor a
las personas. Y qué pedazo de personas sois, ¿no?
No me he podido sentir más arropada por todos vosotros. Eva y Fran a los que me he pegado
como una lapa y con los que he compartido mañana-tarde y noche…qué ganas teníamos de
hacer escapada de running juntos!!, Bea y su alegría al encontrarnos por casualidad en un bar
en Burgos (tuvimos que comernos unos torreznos para celebrarlo, claro, jaja!), el grupito Fer-
Cristina-Agus-Felipe-Manolo-Eva que nos recibieron con unos ricos pintxos y unos buenos
abrazos, nos han enseñado los mejores bares de SS y con los que me he reído mucho, Antonio
que nos buscó rápidamente hueco para comer con sus amigos y nos hicieron sentir como si
nos conociéramos de toda la vida, Víctor y Lorea que se unieron el día de la carrera para
darnos la calma que necesitábamos los debutantes o Estrella que me contagió su felicidad en
la salida del cajón 16. Quiero mencionar también a los que, desde Madrid, dedicásteis un
momento a enviarme un mensaje de ánimo la noche previa o a darme la enhorabuena
después, no sabéis la ilusión que me hizo leeros. Gracias a todos, sois maravillosos.
¿Y qué deciros de la carrera? Creo que hasta que no estás ahí, dándole a la zapatilla, no
entiendes la grandiosidad de la Behobia en todos los sentidos. Puedes haber hecho cuestas
antes, pero pocas como esas; puedes haberte imaginado cómo será la animación, pero no
llegas a hacerlo ni a la mitad de lo que es en realidad; puedes haber hecho antes otras medias
maratones, pero es que la Behobia es otro nivel. Qué barbaridad de repechitos, falsos llanos y
cuestas de las que nadie te habla antes y que te dejan KO; pero qué cantidad también tan
enorme de gente animando en los balcones, en los coches, en la calle… de familias enteras, de
gente mayor que apenas se tiene en pie pero está ahí aplaudiéndote, de gente en sillas de
ruedas, de niños que te chocan la mano… Cuántos “ánimo”, “aúpa”, “oso ondo”, “ya lo tienes
hecho”, “sois unos campeones”, “no te queda nada”, “vamos, que esta es la última cuesta”, “tú
puedes”, “ya llegas”, “último empujón”, “¡bravo, valientes!” escuché en todo el camino. Iba
muy concentrada para no perder el ritmo, pero cuando levantaba la cabeza y escuchaba esas
palabras o miraba a los ojos a la gente que estaba animando se me saltaban las lágrimas y
pensaba que en ninguna otra carrera me habían hecho sentir antes así de grande, así de capaz
de lograrlo.
Así que corrí y corrí todo lo que pude con el calor tan tremendo que hacía y con las piernas
ardiendo todo el rato, hasta que en el final del Alto de la Cruz vi una camiseta roja al fondo y
dije: Dios, es uno de los míos, ¡a por él que voy! Es como si hubiera encontrado un oasis en
medio del desierto, esa sensación de salvación y apoyo cuando te quedan ya poquitas fuerzas.
Y ahí, codo a codo con Manolo, enfilé los últimos 2 kms con la mirada puesta en el último arco,
que parecía estar a años luz. Entramos en meta juntos, felices y hechos polvo a partes iguales,
pero creo que con la sensación de habernos salvado mutuamente. Grande Manolo!
La verdad es que cuando terminé de correr y durante todo el domingo pensé que había sufrido
demasiado y que no quería repetir esta carrera. Pero cuando una llega a casa y repasa los
recuerdos y sensaciones que tiene, relee los mensajes que le han enviado al móvil sus
compañeros de club y su familia/amigos antes y después de la carrera, analiza las fotos que ha
hecho y ve las cosas con perspectiva, se da cuenta de que ha logrado algo muy grande y que la
Behobia no es una carrera para hacer solo una vez en la vida.
Así que sí, habrá que repetir :)
Vanesa.
ESTRELLA
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