miércoles, 23 de septiembre de 2015

Cross del Yelmo (Pa habernos matao)



Después de dos días sin poderme mover, por magulladuras y agujetas de este fin de semana; por fin hoy puedo levantarme y dar algunos pasos que me llevan hasta la mesa donde escribo esta crónica.
Allá por julio, tirado en la playa con una cerveza en la mano guasapeando con Diego, me comentaba que se había apuntado al Cross del Yelmo.  12 km de pura Pedriza. Que os voy a contar de Diego, que su segundo nombre es “emociones fuertes”. El caso que entre ola que viene y trago de cerveza que va. Los reflejos del sol en la pantalla del móvil, no me dejaban ver. Que cuando me quise dar cuneta, estaba apuntado al Trail del Yelmo.
En mi caso era la mi primera carrera heavy y el conocer la Pedriza no me aportaba tranquilidad, según se iba acercando la fecha.
El jueves pasado, recibimos un correo que nos cambiaban el recorrido. Y donde antes ponía 12 km , ahora ponía 17 km.  Y donde yo antes tenías serias dudas sobre si la terminaría, ahora tenía la certeza que moriría en la carrera.
Javi García y Pepe también estaban apuntados, pero estos son veteranos en carreras de montaña y lo único que les preocupaba era si en el recorrido era mas para escalar o mas para correr. -¡ Joder , que son 17 km de los cuales 11 son de subida! - ¡que cuando lleve 2 km, estoy para el Samur!.
Llegó este domingo pasado, el día “M” de morir y allí estábamos los cuatro, mirando el castillo del pueblo. Como yo no tenía ni idea de lo que me iba a encontrar, hice el macuto como en mis tiempo de scout, agua, preisotonica, postisotonica, ropa de abrigo, chubasquero, unos calcetines de repuesto, el puff y un pequeño botiquín. Claro todo aquello pesaba un quintal. Pepe me dijo que me sobraba todo, con un gel y yá.  Así pasó me fui para la salida con un gel el bolsillo y mas miedo que Carracuca.
Estamos preparados en la salida y me percato que hay algo que falla, aparte del conocimiento de todos los presentes. Los mas avezados y curtidos tenían el pelo largo. -¡ Pero Diego aquí si no tienes melena, parece que no hay nada que rascar! Le comenté extrañando, menos mal que yo llevaba una gorra.
Empieza la carrera y empieza la cuesta, vamos remontando el río manzanares hasta Cantocochino. KM 4.  Literalmente estoy muerto.
Diego viene a mi lado, Javi  y Pepe se han ido con los del pelo largo. A la altura del refugio Giner, los tramos andando superan a los falsos llanos donde se puede trotar. Nos encontramos con el burro del refugio, que posa para una familia de senderistas.
Un poco mas adelante Diego se calza la primera. Era normal, con un terreno tan irregular,, los esguinces estaban tardando en  aparecer. Parada en el río para lavarse las heridas y continuamos hacia el Tolmo. Km6. Aquí ya no se corre. Manos  a las rodillas y a empujarlas para ir subiendo.
Hemos adelantado  subiendo a varios corredores y eso significa que estamos muy fuertes o que nos hemos fundido  en la subida, yendo muy rápidos. Va a ser lo segundo.
Llegamos al Collado de la Dehesilla. KM 9 y con las pocas fuerzas que me quedan trato de abril un envase de un gel. Diego va un poco callado, no se si por la gallera o por la retahíla de nombres  propios de piedras que le he ido relatando, según subíamos.
Si hasta aquí no se podía correr, a partir de aquí y hasta la cumbre el Yelmo no se puede andar. Dos kilómetros de medio escalada.
Penúltima pradera antes del Yelmo, Diego se pega la segunda. Esta ha sido mas fuerte, menos aparatosa que la anterior, pero  mas seca.  El sutil cojeo que lleva cuando se incorpora, indica que el tobillo no ha salido bien parado.
Un caballo desbocado en la pradera del Yelmo, nos recibe antes del último avituallameinto. Varios montañeros se parapetas detrás de unas piedras. Nosotros aceleramos el paso. Total estábamos tan mullidos  que no hubiéramos notado una coz.
Por fin estamos arriba KM 12. Y como dicen los entendidos “ahora empieza  la carrera” – Coño que llevamos  12 km, que no cuentan o qué? Pues resulta que es en las bajadas donde se ganan estas carreras, siempre que no te mates.
Diego asegurando cada pisada, yo asegurándome de no caer al vacío. Lo que viene siendo un pisa, dobla y retén. Salta, flexiona y frena.  Mientras tanto nos pasaban como balas, por la derecha, izquierda como si fueran a ganar la carrera. - ¡ Vamos a ver que estamos de la mitad para atrás que los del pelo largo ya han llegado a meta.
Tres kilómetros mas abajo, pisamos el asfalto, bendito sea. Tuvimos un orgasmo de placer. Dios mío es liso, es duro, no se mueve. Era increíble lo bien asfaltada que estaba la calle.
Casi dos kilómetros para meta y Diego sin caerse sufre una transformación, empieza acelerar como si no hubiera un mañana, yo a duras penas le puedo seguir.  Claro ahora a todos esos que nos habían  adelantado en la bajada, los íbamos cogiendo uno a uno.  Es que no lo podemos  negar,  los RR somos de asfalto.
Llegamos a meta  destrozados  y allí nos esperaba Javi y  Pepe que hace tiempo que habían llegado.  De hecho Pepe llegó el cuarto de su categoría con los de las greñas. 
Bocata y fruta de la organización para reponer fuerzas y ps cerveza  para que bajara el bocadillo. Las piernas como tablas de madera nos llevaron hasta el coche, parecíamos arganboys.
Esta es mi experiencia  en carreras de montaña.  Casi nos morimos. Pero como todas las cosas en esta vida, al final recuerdas lo mejor y ya casi que lo otro se me ha olvidado. Así que Diego, cuenta conmigo para la próxima subida al Yelmo. Eso sí esta vez no te vayas tirando por el camino.





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