Durante tres meses llevo repitiéndome a mi
misma, ¿Qué necesidad hay? Pues tengo que decir que si, que la hay. Una locura
del destino me involucro en mi tercera maratón.
Comenzó el día nubloso, las previsiones del
tiempo eran malas, pero no tan malas como lo que nos encontramos.
Ya antes de iniciar la carrera estábamos
calados hasta los huesos, la expectativa era mala pero ya que estábamos allí, íbamos a intentarlo.
Se
inicia la carrera, o mejor dicho la yincana con mas de 19.000 corredores de
todas las nacionalidades cortando las calles de Roma.
Empiezan los primero metros con el coliseum a
la espalda y el foro romano vigilándonos de cerca. Como gladiadores
apelotonados y esquivándonos unos a otros durante toda la maratón, fuimos dejando atrás los primeros
kilómetros de la carrera. Cuando comencé a sentir que mis piernas cogían el
ritmo, la lluvia había convertido las calles de Roma en una pista de patinaje.
Durante toda la carrera hubo claros y oscuros, además de los italianos intrépidos y turistas
despistados, que con maletas incluidas, se decidían a cruzar por en medio de
los corredores. Van pasando los kms y mi
compañera y yo comenzamos a sentir los primeros
contratiempos, que por suerte no nos impidieron continuar con nuestro
sueño.
Acercándonos al km 17 y dispuestos a entrar
en la plaza de san pedro, sentí como una energía interior me recorría el cuerpo, el papa Francisco I nos
saludaba desde el balcón.
Ya nos encontrábamos en el Km 25, dejando
atrás monumentos espectaculares de la ciudad, como el circo máximo , la boca de
la verdad, el barrio del Trastevere y un sinfín de rincones inolvidables.
Entrando en el km 37 hacia la plaza Navona,
no nos lo podíamos creer, solo faltaban 5 km para terminar. En ese instante
recordé el dia en el que decidí adentrarme en esta aventura, el duro
entrenamiento y los gestos de animo que recibí de mis compañeros/as del Running
Rivas cuando comunique mi viaje. Todos esos recuerdos me cargaron de energía
para dar el último esfuerzo.
Girando a la izquierda en el obelisco, nos
adentramos en la última recta de la maratón, dejándose ver de lejos los primeros arcos de coliseum. No me
cabía de la emoción, estaba tan cerca de mi objetivo que ya no recordaba los 40
kilómetros que llevaba recorridos en mis pies, me encontraba llena de energía.
Al cruzar la meta, llore, grite, salte, y reí
del emoción acumulada, no pensé que podría acabarla, no confiaba en mis
posibilidades, diciéndolo de otra manera estaba ACOCHINADA.
VENI.VIDI.VICI y así fue , fui, luche y vencí
, a pesar de las adversidades de la carrera, los dioses ese dia estuvieron
conmigo. Con un tiempo de 4.09.52 y
43.420 Km complete mi primera maratón
internacional.
Se lo dedico a mis hijos y a mis padres, a
mis chicas y a todos los RR.
¡Nos vemos el año que
viene en Roma!
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