La noche anterior había llovido y por megafonía escuchábamos que en algunos tramos de los 8 km nos encontraríamos algo de barro y agua. Tampoco iban a faltar las cuestas, que sin ellas un cross no sería lo mismo. Allí estábamos las tres RR con nuestros compañeros de equipo ansiosos por que dieran la salida.
Después del primer kilómetro complicado de correr por ir en un grupo compacto y tener que ir muy pendientes de que los perros no se enredaran con las líneas de tiro, la carrera se fue estirando y nos esperaban 4 kilómetros de subida, esas de las que pican.
En este punto al parecer estaba colocado el avituallamiento para perros y corredores, pero yo no lo vi. Igual pasé demasiado rápido... A partir de aquí entramos en una zona de bosque y comienza el tramo de barro y charcos, que más que charcos parecían lagunas y que algunos perros no podían cruzar porque les cubría.
Lo difícil de bordear un charco corriendo con un perro es mantener siempre el equilibrio, ya que el perro tirará por el centro del charco y tú no quieres mojarte los pies. Aquí la que más disfrutó fue Maya que se rebozó en todos los charcos muy a pesar de Pepa que esperaba con paciencia que saliese del agua. Lisa y María también disfrutaron de lo lindo aunque Lisa no era tan anfibia.
Llegamos embarrados a meta con la satisfacción de haber superado la distancia. Pero las que más contentas llegaron fueron nuestras mascotas. Por añadido nos llevamos un segundo y tercer premio para rematar la jornada.
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