lunes, 31 de marzo de 2014

Todos los caminos llevan a Roma


Durante tres meses llevo repitiéndome a mi misma, ¿Qué necesidad hay? Pues tengo que decir que si, que la hay. Una locura del destino me involucro en mi tercera maratón.
Comenzó el día nubloso, las previsiones del tiempo eran malas, pero no tan malas como lo que nos encontramos.
Ya antes de iniciar la carrera estábamos calados hasta los huesos, la expectativa era mala pero ya que estábamos allí,  íbamos a intentarlo.

 Se inicia la carrera, o mejor dicho la yincana con mas de 19.000 corredores de todas las nacionalidades cortando las calles de Roma.
Empiezan los primero metros con el coliseum a la espalda y el foro romano vigilándonos de cerca. Como gladiadores apelotonados y esquivándonos unos a otros durante toda la  maratón, fuimos dejando atrás los primeros kilómetros de la carrera. Cuando comencé a sentir que mis piernas cogían el ritmo, la lluvia había convertido las calles de Roma en una pista de patinaje. Durante toda la carrera hubo claros y oscuros, además de  los italianos intrépidos y turistas despistados, que con maletas incluidas, se decidían a cruzar por en medio de los corredores. Van pasando los kms  y mi compañera y yo comenzamos a sentir los primeros  contratiempos, que por suerte no nos impidieron continuar con nuestro sueño.

Acercándonos al km 17 y dispuestos a entrar en la plaza de san pedro, sentí como una energía interior  me recorría el cuerpo, el papa Francisco I nos saludaba desde el balcón.
Ya nos encontrábamos en el Km 25, dejando atrás monumentos espectaculares de la ciudad, como el circo máximo , la boca de la verdad, el barrio del Trastevere y un sinfín de rincones inolvidables.

Entrando en el km 37 hacia la plaza Navona, no nos lo podíamos creer, solo faltaban 5 km para terminar. En ese instante recordé el dia en el que decidí adentrarme en esta aventura, el duro entrenamiento y los gestos de animo que recibí de mis compañeros/as del Running Rivas cuando comunique mi viaje. Todos esos recuerdos me cargaron de energía para dar el último esfuerzo.
Girando a la izquierda en el obelisco, nos adentramos en la última recta de la maratón, dejándose ver  de lejos los primeros arcos de coliseum. No me cabía de la emoción, estaba tan cerca de mi objetivo que ya no recordaba los 40 kilómetros que llevaba recorridos en mis pies, me encontraba llena de energía.
Al cruzar la meta, llore, grite, salte, y reí del emoción acumulada, no pensé que podría acabarla, no confiaba en mis posibilidades, diciéndolo de otra manera estaba ACOCHINADA.

VENI.VIDI.VICI y así fue , fui, luche y vencí , a pesar de las adversidades de la carrera, los dioses ese dia estuvieron conmigo. Con un tiempo de  4.09.52 y 43.420 Km  complete mi primera maratón internacional.
Se lo dedico a mis hijos y a mis padres, a mis chicas  y a todos los RR.
¡Nos vemos el año que viene en Roma!



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